La desconexión de nuestra esencia espiritual a partir del alejamiento de nuestra fuente de salud y bienestar, que es la Naturaleza; ha llevado al ser humano a un desequilibrio físico, mental y emocional.
Esto ha desencadenado un sin fin de enfermedades que la ciencia moderna intenta resolver con medicamentos sintéticos que solo logran atenuar los síntomas de dichos malestares, sin solucionar la verdadera causa del problema que tiene su origen principal en el ensuciamiento crónico ocasionado por el consumo de alimentos antifisiológicos y por las demás sustancias toxicas que ingresan en exceso a nuestro organismo través de los hábitos tóxicos (café, alcohol, cigarrillo, drogas, medicamentos) y la contaminación ambiental. Los fármacos lejos de resolver el problema lo complican más, porque están compuestos de sustancias que nuestros órganos depurativos no pueden metabolizar correctamente y se acumulan en el cuerpo en un intento de mantener el adecuado equilibrio del pH de la sangre, que debe mantenerse limpia para cumplir su tan delicada función de nutrir a las células y remover los desechos producidos en ellas, para ser eliminados a través del hígado, intestino, riñones, pulmones y piel (órganos depurativos).
Como los fármacos no curan las enfermedades, las personas buscan resolver sus problemas a través de las terapias emocionales, que si bien es cierto que el cuerpo expresa un bloqueo emocional a través de los síntomas para que tomemos conciencia de lo que hay que resolver a ese nivel, si no se trabaja de manera holística, y pensamos que el cuerpo es solo un estuche al cual no se debe atender, también los alivios serán momentáneos, pues los malestares físicos no solo expresan el trabajo emocional que hay que realizar, sino también que estamos descuidando a nuestras células, que son organismos que tienen conciencia y que forman parte de un todo que es nuestro cuerpo, así como nosotros formamos parte de un todo que es nuestro planeta y más allá, de todo el Universo.
Sin embargo, a veces es más fácil delegar nuestra salud a un médico o terapeuta, en lugar de hacernos responsables del cuidado de nuestro vehículo físico, escapando de lo que lo que debemos trabajar interiormente. Están los que huyen de conectar con sus emociones y prefieren enfocarse en el cuerpo físico, ya sea buscando la solución en un médico que le prescriba un medicamento, o bien los que sabiendo que esto perjudica su salud, se obsesionan con la alimentación y la desintoxicación, sin entender lo que el cuerpo les trata de expresar a nivel emocional. También están los que no tienen intención de cambiar sus malos hábitos alimenticios y tóxicos (alcohol, cigarrillo, drogas), porque ante la vida gris que llevan, estas adicciones le dan un placer pasajero y prefieren victimizarse o intentar resolverlo con terapias emocionales, sin comprender que lo que consumen afecta su mente y emociones. Si no se comprometen verdaderamente con el cuidado de su cuerpo físico, difícilmente logren la solución a sus problemas, y aunque resuelvan alguna enfermedad, con el paso del tiempo otra aparecerá, o tal vez lleguen a tener una vida “relativamente sana” sin tantos malestares, pero sin expresar su máximo potencial y pudiendo gozar de una larga vida en completa armonía y plenitud.
Algunas personas se conforman con la mediocridad, porque hay miedos que no pueden superar debido a la inseguridad, la baja autoestima, y el gran temor inconsciente a comprometerse con lo que su alma vino a experimentar. Si no trabajamos a nivel profundo, de manera holística, difícilmente podamos llegar a conocer ese potencial que cada uno de nosotros tiene y vinimos a ofrecer a los demás.
Mi profundo deseo es acompañarlos a trabajar de manera integral, para acceder a esa sabiduría interior que nos da la fuerza para avanzar en nuestro crecimiento personal y espiritual, así logremos expresar nuestro potencial y juntos podamos transformar nuestra realidad y construir ese mundo de Amor, Paz y Unidad en el que todos deseamos vivir.
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