Estamos sumergidos en un ambiente donde el ser humano se alejó de su equilibrio desde el momento que se desconectó de la naturaleza. Hemos perdido la intuición e instinto natural de saber elegir los alimentos que son adecuados para nuestro diseño biológico.
La modernización ha traído consigo un sin numero de productos alimenticios que se alejan mucho del alimento perfecto y original para nosotros: las frutas básicamente y ciertos vegetales. Nuestra naturaleza frugívora con el correr del tiempo fue reemplazada por la ingestra de alimentos cada vez más alterados, desvitalizados y antinaturales. Durante miles y miles de años permanecimos en perfecta salud consumiendo lo que la naturaleza nos ofrecía en abundancia. Al salir del paraíso original comenzaron las carencias y se inició el consumo de alimentos que no eran adecuados para nuestro organismo. Con el correr del tiempo se introdujo la carne, luego la cocción, y con ello el consumo de cereales y legumbres; y en los últimos años con la industrialización los productos procesados y ultraprocesados, cargados de aditivos sintéticos que además de “adictivos” son extremadamente “dañinos”. A esto se suma los malos hábitos de estimularse con café, alcohol, tabaco, drogas y fármacos, y la tremenda contaminación ambiental (smog, humo de cigarrillo, productos de limpieza e higiene personal, agua contaminada, radiaciones y un largo etc.).
Todo esto ha causado estragos en los órganos depurativos, que ya no pueden cumplir adecuadamente su función desintoxicante para la que fueron diseñados, que pretendía limpiar solo los desechos producidos por el consumo de los alimentos fisiológicos y los que provenían del ambiente puro en el que antiguamente se vivía. Esta sobrecarga de sustancias tóxicas provenientes de la alimentación artificial y del medio ambiente contaminado actual, ha llevado al desarrollo de numerosas patologías modernas como sobrepeso, obesidad, celulitis, problemas de tiroideas, diabetes, cáncer, hipercolesterolemia, enfermedades cardiovasculares, osteoporosis, caries dentales, problemas mentales, depresión, etc., la lista sigue y seguirá creciendo cada día más en la medida que sigamos intoxicando nuestro cuerpo con alimentos antifisiológicos y los productos químicos que ingresan al organismo afectando nuestra salud.
Por otro lado, las personas que empiezan a tomar conciencia se asustan de esta situación y en un intento de cuidar o recuperar su salud rápidamente, comienzan hacer cambios radicales a través de dietas modernas y practicas poco efectivas para depurar el cuerpo. Se busca la solución a través de diferentes dietas: Détox, Cetogenicas, Ayurvédica, Macrobiótica, Paleo, Vegetarianismo, Veganismo, Crudivorismo, Higienismo y Frugivorismo. Si bien, a excepción de las dietas cetogenicas (altas en proteínas y grasas, y muy bajas en carbohidratos, que alteran bruscamente el metabolismo), todas aportan algo bueno con su filosofía e intentan incorporar alimentos más naturales. El problema surge de no comprender el funcionamiento del organismo, que no todos los alimentos vegetales son adecuados para nuestro cuerpo, que mal combinados y en exceso pueden generar problemas mayores a nuestra salud, porque se desconoce que lo primordial para poder asimilar los nutrientes es la Depuración Corporal, y resulta peligroso introducir de golpe alimentos más naturales sin una adecuada “transición alimentaria” acompañada de prácticas depurativas seguras y progresivas. Es como intentar quitar de repente la droga a una persona adicta, esto puede generar crisis de abstinencia que pueden ser sumamente peligrosas para su salud física y emocional.
Lo mismo pasa con los alimentos antifisiológicos, llevamos años, incluso desde la gestación incorporando toxinas a nuestro cuerpo que deben ser removidas adecuadamente para que el cambio en la alimentación sea sostenible y no perjudique nuestra salud, y sobre todo que permita trascender el deseo compulsivo por comer, ese apetito o hambre patológico que no es natural y que se debe ser trabajado correctamente a nivel físico y emocional para soltar el apego por la comida. De allí la importancia de realizar un trabajo integral u holístico comprendiendo nuestra esencia espiritual dentro de un cuerpo físico que debe estar en armonía con las leyes de la naturaleza para alcanzar la salud y bienestar. En eso consiste mi trabajo, en compartir mi experiencia de autosanación y reconexión espiritual, a través del proceso que propongo: “Nutrición del SER”, que es lo que me ha permitido recuperar la alegría, la motivación y la plenitud de vivir cada momento agradecida por esta bella experiencia llamada vida.
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